viernes, 1 de octubre de 2010

1º Vuelo de Mariano

Mi primer vuelo de Mariano:

Para contar con más detalle el vuelo, después de la oración y la relajación de luz una vez que salí del templo por un campo de espigas tan altas como yo, me veía a mi mismo como un dios o como un esclavo griego. Llevaba puesto un traje sin mangas, blanco, de una sola pieza con minifalda. Un cinturón de cuero en la cintura con monedas incrustadas en él y un zurrón o mochila donde llevaba el polvo de estrellas. Pero era yo como a los treinta años, con pelo y barba negras, ahora estoy calvo y mi barba es blanca.
Al principio la ayuda de José Luis era constante pues continuamente me estaba excusando de que lo que veía me lo estaba imaginando y él me decía que no analizara que lo disfrutara. A veces veía las cosas nítidas y a veces tenues, como si hubiera una seda transparente entre mis ojos y lo que veía.
Pasé por un campo de espigas muy altas y luego volando por dentro de un invernadero en el que no había nadie y al salir de allí me vi vestido de verde como Peter Pan y al final me pareció estar en un poblado africano.
Continuamente intento excusarme de que estoy imaginando lo que veo y José Luis me decía que me dejara llevar, que no analizara, que disfrutara del sueño.
Una señora de raza negra es el primer ser humano que vi, desconocido para mi y me puso sus manos sobre mis hombros y me eché a llorar. No sabía quién era pero no podía evitar el llorar.
Finalmente al preguntarle por indicación de José Luis si me estaba esperando mi llanto aumentó porque me pareció ver a Dolors a mi lado. José Luis dice que la presentía hacía un rato y Encarnita la veía. Yo lloraba y luego me calmé y empezamos a caminar. Yo estaba algo confuso porque veía una mezcla de fotos de Dolors y no sabía distinguir si estaba con ella o viendo fotos suyas de mi pagina web.
José Luis me dijo que la cogiera de la cara pero entonces la ví como un recuerdo de cuando estaba en casa y yo la cogía así y ella estaba calva por la quimio. Encarnita explicaba que la iba viendo según lo que yo iba sintiendo. Yo la veía y no la veía y entonces empecé a ver sobre nuestras cabezas una luz que giraba y parecía como una galaxia y de pronto me vi con Dolors flotando en el oscuro espacio estrellado, ella me cogía de la mano y al mirarme y sonreírme arranqué de nuevo en un sollozo que no podía frenar.
No sabía a dónde íbamos pero de pronto estábamos abrazados y a la vez que surcábamos el espacio íbamos girando sobre nosotros mismos como un torbellino y no podía dejar de llorar.
De pronto vi que estábamos volando sobre las montañas del Monument Valley en Arizona, USA, mi lugar favorito de la Tierra, todo de color rojizo. Estábamos sobre la cima de uno de los montes y Dolors ha abierto los brazos y de su pecho salía luz y me ha dado un abrazo de luz y otra vez me he puesto a llorar. No la podía oír, solo veía luz sobre la montaña. Era todo muy espiritual, saltando de montaña a montaña como luces y no podía dejar de llorar. Yo le decía a Dolors que la quería entre sollozo y sollozo.
Encarnita estaba emocionada y decía que era un regalo que Dolors me estaba haciendo con ese recorrido por mi lugar favorito de la Tierra que siempre le dije que nunca podría estar.
Cuando me calmé vi que íbamos por el suelo, por el desierto del Monument Valley, con las laderas de las enormes montañas a nuestros lados, andábamos cogidos de la mano.
De pronto arranqué con una mezcla de risa y llanto pues ví que Dolors se había puesto delante de mí con los brazos en cruz, riéndose y era como que me decía "pero hombre Mariano, qué haces".
De pronto se me arrancó de nuevo el llanto pues la veía corriendo a mi lado como una chiquilla, sentía que era mi niña Dolors e íbamos corriendo y saltando juntos por el desierto del Monument Valley.
Yo de tanto en tanto me quejaba diciendo que me gustaría hablar con ella pero no podía y Encarnita me decía que ella me estaba transmitiendo sentimientos. Y de pronto me vi volando con ella por el espacio estrellado como dos luces y Encarnita dijo que me preparaba otra sorpresa.
Dolors me ha cogido por el hombro, flotamos por el espacio y empiezo a llorar con mucha fuerza porque delante nuestro ha surgido mi madre. Ella se fue en 1992 con 69 años, pero aquí estaba muy joven y nos abrazaba a los dos. Dolors quería mucho a mi madre y mi madre a ella. Yo veía a mi madre como a una diosa griega, vestida con una túnica, estaba guapísima.
Las cogí a las dos una con cada brazo por sus espaldas, por debajo de los brazos y ahora era yo quien las llevaba por el espacio. La única luz provenía de las sedas que vestían Dolors y mi madre y de nuevo nos vimos en el poblado africano.
No las podía ver con total claridad pero las llevaba cogidas de la mano, con la izquierda a Dolors y con la derecha a mi madre. Miré a Dolors que me sonreía y me eché a llorar otra vez porque no las veía como cuerpos sino como Almas luminosas y andábamos por el poblado africano que estaba lleno de señoras sentadas en cuclillas con niños en brazos.
Había mucha gente y me emocionaba y me calmaba y me volvía a emocionar. Y entonces nos cogimos los tres de la mano y avanzábamos entre la gente del poblado sobre un camino de tierra, pero avanzábamos girando en círculo, como bailando. Algunas de las mujeres sonreían al vernos girar por el pasillo de personas que habían formado y entonces vi que detrás de las señoras con los niños que estaban en cuclillas, estaba lleno de guerreros etíopes y me parecían que alzaban sus lanzas al aire y gritaban.
Yo le decía a José Luis y a Encarnita que me hubiera gustado hablar con Dolors y con mi madre, pero me decían que eso era un regalo que me estaba haciendo Dolors y José Luis dijo que eran las dos mujeres que más me habían querido en la vida pero faltaba otra.
Yo me quedé sorprendido e hice un repaso de las otras mujeres que podrían ser pero no hallé ninguna. José Luis le dijo a Dolors que me llevara ante esa otra mujer que me amaba muchísimo. Entonces caí en la cuenta y le dije a Encarnita que ella ya la estaba viendo y se rió.
Al fondo del camino formado por la muchedumbre del poblado había un montículo y en él había una Virgen con un gran manto negro lleno de estrellas. Yo dije que nunca había hecho nada por la Virgen y José Luis me decía que ella me quería gratuitamente. Yo le decía a José Luis que a la Virgen le rezo cada noche desde que se fue Dolors pero antes nunca y José Luis me decía que se lo dijera a ella. Encarnita me decía que me abría los brazos.
La Virgen me abrazaba y Dolors estaba a mi izquierda y mi madre a mi derecha y cuando me abrazaba, los guerreros de la aldea alzaban sus lanzas al aire gritando victoriosos.
Yo estaba un poco avergonzado porque solo les pedía por las noches al Padre, a Jesús y a María por el Alma de Dolors, que la cuiden y entonces me vi a mi mismo como un niño pequeño en brazos de la Virgen y estábamos los tres, La virgen, Dolors y mi madre y me di cuenta que era una situación muy extraña, a mis 60 años verme así, joven, con pelo, y ahora iba vestido como un explorador africano, con Dolors y mi madre y los etíopes rodeándonos.
José Luis me dijo que les preguntara qué era para ellos la Virgen y yo sentí como que no les molestaba. Me pidió que se lo preguntara a la Virgen y sentí que decía "Yo soy la madre de todos" y me eché a llorar otra vez.
Ahora no le acababa de encontrar sentido porque estábamos en un montículo rodeados de etíopes desconocidos y estaba Jesús con su madre y con Dolors y mi madre, ahora éramos cinco.
Encarnita dijo que Jesús ya hacía rato que estaba por allí. Y Jesús se puso enfrente de mi, bastante más alto que yo y me puso sus manos sobre mis hombros, igual que la primera señora etíope que vi al llegar al poblado y me eché a llorar porque sentía que yo no era nadie que mereciera eso pero él me abrazaba y los etíopes levantaban las lanzas sonrientes.
Yo le decía a José Luis que eso era muy fuerte, que yo solo quería estar con Dolors, pero Encarnita decía que todo eso era un regalo para mí.
Yo no sabía si lo imaginaba pero salió una luz del corazón de Jesús que fue al de Dolors, pasó al mío, del mío al de mi madre, del de mi madre al de la Virgen y de Ella a Jesús y la luz giraba por nuestros corazones y yo decía que cómo era posible si yo siempre he sido muy terrenal. Y entonces Jesús se sentó al lado de su madre en plan simpático y me eché a reír porque había puesto su brazo sobre el hombro de su madre y había cruzado las piernas, una sobre la otra, en un plan muy campechano.
Luego empecé a ver una foto de mi padre cuando era joven y José Luis me dijo que le preguntara a mi madre si era una foto pero ella lo abrazó y era mi padre de joven y yo estaba abrazado a Dolors enfrente de ellos y los cuatro hemos bajado del montículo dejando atrás a Jesús y a María y andábamos por el pasillo formado por los etíopes. Y yo veía a los cinco por detrás y no sabía qué sentido tenía eso. Yo no he estado nunca en Africa aunque escenas parecidas las he visto muchas veces en películas de cine.
Parados en el pasillo de gente, mi padre me mira y me llama Marianito, como él me llamaba siempre y me acaricia la cara. Yo no sabía si lo oía o me lo imaginaba y me eché en sus brazos llorando porque yo nunca abracé a mi padre y mi madre nos abrazaba a los dos y Dolors me tiraba de la chaqueta de explorador como diciendo "y yo qué"
Vi la cara de Dolors iluminada por un sol rojo de atardecer y al fondo las montañas y ahora estábamos Dolors y yo solos. Iba vestida de azul, como casi siempre, y yo iba vestido como Stewart Granger en las películas que hacía de cazador africano.
José Luis me preguntó si había visto la película "Más allá de los sueños" y me explicó que como en la película, Dolors había querido que viese todo eso de aquella manera.
Dolors está todo el rato abriendo los brazos y sonriendo y como diciendo "ánimo amor mío sigue adelante, te quiero mucho" y me echo a llorar pero ella no quiere que llore.
No sé. Ahí estamos en la puesta de sol en un pueblo africano desconocido y no hay nadie más, bueno hay mucha gente, muchísima gente pero son todos desconocidos, etíopes que digo yo, y Dolors y yo allí, cogidos de la mano, yo vestido de cazador africano, ella con sus tejanos y el sol se está poniendo y se ve el poblado con chozas y las montañas de fondo y el azul del cielo se esta poniendo rojizo porque el sol se está poniendo detrás de las montañas.
José Luis me pregunta de qué color es la tierra y yo la veía amarilla pero se estaba poniendo rojiza y le digo a José Luis que no sé si me lo imagino o qué pero Dolors se está poniendo los brazos en el pecho y luego en cruz y dice "Este cuento se acabó"
Encarnita dice que me está preparando para salir del vuelo. Yo digo que me hubiera gustado hablar con ella y preguntarle cosas y José Luis me dice que ya lo haré cuando vuelva y dice que hay que marcharse pero yo ya voy volando de regreso, en cuanto Dolors ha dicho este cuento se acabó, se ha reído, adiós, adiós y me he visto volando de regreso por el invernadero, en el Templo en cuyo suelo habían salido amapolas que antes no estaban, he devuelto el polvo de estrellas y José Luis me ha dicho que me quedara algo para mi y enseguida me he visto metido en el haz de luz dorada por el espacio, la Tierra y ya estaba en nuestra habitación.

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