Experiencias con el vuelo de un padre evangelista.
Podemos pensar que el hecho de que una persona cristiana y muy religiosa “crea experimentar” que habla con Jesús no nos dice nada acerca de la realidad o no de ese supuesto contacto. Sin embargo ese mismo argumento no explica lo que sucedió con este señor.
A través de Internet, contacté con un señor de América del Sur, cuya hija de 8 años había fallecido 15 días antes. Al ver su foto me emocioné especialmente y se me ocurrió que quizá pudiéramos conectar con la niña si antes veía su foto la persona que iba a proceder a hacer un vuelo. Se lo propuse al padre, pero no me dijo nada, así que di la callada por respuesta y en cuanto tuve ocasión lo puse en práctica. Esta fue la primera vez que utilicé una fotografía para conectar con personas desconocidas, sin que estuviese presente ningún familiar, desde entonces es algo que hacemos habitualmente.
Bien, cuando –supuestamente (jejeje)- conectamos con la niña lo primero que hizo fue comentarnos algo privado, que más tarde pudimos comprobar.
Como yo quería probar si era cierto que estábamos conectando con ella le pedí que nos dijera el nombre de su mamá. Ojo; que el nombre de la mamá yo lo sabía. Ante esta pregunta, me decía la señora que la niña miraba hacia un lugar determinado, sin que ella pudiera saber por qué y qué era lo que estaba viendo. Me dijo que notaba que la niña se estaba poniendo muy tensa. Como insistía en que me dijera el nombre de su mamá estaba provocando con ello cada vez más tensión en la niña. Entonces comprendí que no debía mantener esa situación y le dije: “No importa, bonita. Si no puedes decírnoslo, no importa”. Inmediatamente la niña nos dijo: “Yo quiero mucho a…”. (Un nombre poco común).
Sirva este caso para hacer comprender que cuando conectamos con ellos no les gusta o no les permiten que se les exijan pruebas. Lo cierto es que éstas vendrán solas; si no es en un contacto será en otro, pero llegarán. Es cuestión de poner confianza y colaboración. Por otro lado, suponiendo que la señora hubiera pronunciado el nombre de la mamá de la niña, para mí no hubiera sido una prueba determinante, porque siempre habría otorgado un porcentaje de posibilidad de haber acertado, al hecho de que al saber yo el nombre de la madre se lo hubiera podido transmitir telepáticamente.
Con mucha ilusión y esperanza escribí una carta al padre contándole la experiencia a ver qué opinaba. Resultó que este hombre era evangelista y recibí una carta en la que me advertía del pecado que suponía querer comunicarse con los “muertos”. Me decía que según su “jefe espiritual”, esas cosas no había que hacerlas “porque sólo podían venir del diablo”. Vamos, eso es el resumen de una carta llena de miedos y castigos divinos. Todo, excepto decirme si creía que podía o no ser su hija.
Hubimos de cruzar entre nosotros un par de cartas más, antes de que me confirmase que los datos que habíamos recibido eran exactos, y que la persona que nombró la niña era la abuela materna de la niña, que también estaba en el más allá.
Bien, pasaron algunos meses. De vez en cuando nos cruzábamos alguna carta. En este tiempo empecé a dirigir los vuelos a través de Internet. Por fin un día, me propuso que le ayudase a aprender a “volar”. Ya en esa primera experiencia estuvo con su hija y con la mía.
Él tenía una foto de una niña de España y creía que esa niña era mi hija. De tal manera que, cuando veía a una niña que le decía que era Elena no le cuadraba con la imagen de la fotografía que tenía en su memoria. Esto, lógicamente le chocaba, pero no comentó nada. Al terminar, como yo sabía que él no había visto ninguna foto de mi niña, le envié una. Así fue como cuando vio la foto cayó en la cuenta de su error; efectivamente, ésa sí que era la niña que había visto. Esto, como no me canso de repetir, es algo que ocurre normalmente en las experiencias de El vuelo…
En esta misma experiencia estuvo también con Jesús. Siendo como es él una persona muy religiosa, fue especialmente hermoso ser testigo de la gran emoción que supuso ese encuentro.
2º vuelo
Pasaron unos meses y este hombre quiso repetir la experiencia, pero en ésta ocurrió algo que resultó muy original.
Casualmente este segundo vuelo lo hicimos el día de la Virgen Milagrosa. Por supuesto que yo no lo sabía, es más, lo he descubierto tres años después. Menos aún lo sabía este hombre que siendo muy, muy, religioso y profundo seguidor de la fe de su Iglesia, para ellos -como me dijo llorando: “La Virgen no es nadie”.
Lo que sucedió fue que en la mitad de la experiencia, un niño que estaba con su hija le llevó hacia un lago. Allí se encontró con una mujer. Le dije (como siempre hacemos cuando nos encontramos con alguien en la experiencia) que le pidiese abrazarla. Lo sorprendente fue que cuando este hombre abrazaba a esa señora, comenzó a llorar. No podía hablar, sino que balbuceaba mientras gemía. Cuando pudo me explicó sin dejar de llorar que “estaba sintiendo lo mismo que cuando en la experiencia anterior abrazaba a Jesús”. Continuó diciendo: “¡Es la Virgen, Jose!, ¡es la Virgen! Pero es que la Virgen no es nadie en mi religión!”. La describió el aspecto de la Virgen y, cuando he descubierto que aquel día era el de La Virgen Milagrosa, me he quedado gélido jejeje, porque la Virgen que a quien este padre abrazó era ella.
Aprovecho para contaros lo que me sucedió con esta Virgen unos pocos días antes de morir mi hija.
En aquel tiempo yo me consideraba ateo, al menos agnóstico. Mi hija iba a un colegio de monjas. Había venido la superiora a visitarla. Era domingo. El día siguiente era muy importante porque íbamos a saber el resultado del último ciclo de quimioterapia, resultado que o mantenía abierta la puerta a la esperanza o había que empezar a convencernos de que no había nada que hacer.
De momento, en la analítica que le habían practicado por la mañana no aparecían blastos, con lo que sólo había que esperar al lunes para ver si afortunadamente tampoco los había en la médula.
Cuando la monja se marchaba comentó que quería visitar a una amiga, monja también, que trabajaba en el hospital. Como yo sabía donde estaba quise acompañarla. Íbamos por un largo pasillo, que yo conocía perfectamente y por lo tanto sabía ya que la mitad del pasillo, a la izquierda, había una hendidura en la pared donde estaba la imagen de una Virgen, después supe que era la que llamaban la Virgen Milagrosa.
Bien, íbamos charlando animadamente, yo estaba bastante optimista por la analítica de la mañana. De pronto me paro en seco. Un calambrazo tremendo me corrió por todo el cuerpo. No podía hablar. Veía a la monja mover los labios y hacer gestos de preocupación, pero tampoco podía oírla. ¿Cuánto duró el calambrazo? No sé, pero el tiempo suficiente como para que ocurriera lo que acabo de contar. Se me pasó y me recuperé de inmediato. Tanto la monja como yo no supimos qué había sucedido y lo cierto es que no lo comentamos. Cuando no se cree en “cosas raras” podemos ser testigos de alguna y como no nos cabe en la cabeza, simplemente nuestra mente no lo registra.
Al día siguiente, no hubo que hacerle la punción medular; los blastos había vuelto a aparecer en la sangre periférica. La leucemia había podido con ella. Un mes después voló hacia la nada, donde yo la situé y hacia donde estaba decidido a marcharme si no llega a ser que comenzaron a llovernos muchas de “esas cosas raras” que poco a poco nos hicieron descubrir que la niña seguía existiendo y que además seguía con nosotros.
Un par de años más tarde supe que aquel día la Virgen quiso dejar una impronta en mi corazón para que, como sucedió después en pleno desmayo vital, en un momento de dolor incognoscible ni tan siquiera imaginable para quien no lo ha perdido un hijo, surgiera desde lo más profundo de mi alma una súplica a Dios que me fue atendida y que supuso un giro total para mi vida.
A continuación os dejo tal cual, la carta que escribió tras su vuelo. Al final de su carta haré algunas puntualizaciones que considero interesantes.
Juan Carlos y la Virgen
Amigos, Gracias a Dios logré conectar con mi hija ayer lunes, la verdad lo necesitaba, estaba muy mal, pero gracias a la grandeza de Dios, puede hacerlo fácilmente, les voy a contar un poco resumido, la verdad fue muy diferente, empecé con la relajación, luego vi un jardín hermoso, pero era un poco diferente a los que había visto en otros vuelos anteriores, era más iluminado tenía muchas flores, tantas que no se podía caminar, y eran muy amarillas, y había muchas mariposas, pero las mariposas eran de luz y revoleteaban entre las flores en un momento me estaba desconectando, cuando ya me iba visualicé una mano que me agarraba y que sorpresa era mi nena, vestida con un lindo vestido amarillo de los cuales salían destellos de luz, parecía una hada madrina y era ella la que me agarraba y me traía de vuelta, me puse a llorar de la emoción y me dijo que no llorara, luego me abrazó y estuvimos así un rato, después se puso muy contenta y me agarró la mano y empezamos a caminar por una llanura verde muy hermosa, había mucha luz pero la luz era amarilla como la del sol, le dije que me hacia mucha falta, que la extrañaba mucho, y me dijo que no me preocupara que la viera que estaba muy bien, me dijo papi, estoy bien mírame estoy contenta, estoy a tu lado, con solo pensarme estoy a tu lado, me mostró una ventana en una nube y me dijo piensa en mí y en el instante estaré contigo, mírame aquí estoy pendiente de ti, le pregunté el por qué no la había vuelto a ver en mis sueños y me mostró nubes oscuras me dijo, que estaba bloqueando una cortina negra, el que ella pudiera entrar a mis sueños me dijo que me acostara tranquilo y así ella podría volver a entrar a mis sueños, le dije que me gustaría saber que hace allá, en ese mundo hermoso y me dijo, que era profesora de niños y que a menudo le tocaba recibir niños, nuevos y que luego se los entregaba a alguien mayor, le pregunte por sus amigos, y adivinen quien llego de primero, la hija de Jose Luis, Elena estaba hermosa, con un vestido blanco de primera comunión, le dije que si quería enviarle alguna razón a su padre y me dijo que lo quería mucho que lo amaba, y que le dijera que había estado bailando con él y Jose, le había visitado, que le dijera que ella le hablaba al oído y le acariciaba la cabeza al pie de la cama del hospital, también me mostró un perrito pequeño y peludito al lado de la cama de Jose Luis, bueno seguimos y le pregunte por el hijo de Maica e inmediatamente me lo trajo, llegó riéndose como nunca, y empezó a hacer trucos como de mago y me sacaba flores del bolsillo y me regaló una para mí, otra para mi esposa y otra para Esperancita y a Isabella le dio un beso en la mejilla, luego empezó a tirar muchas flores rojas, para arriba y empezó a formar la frase MAMA, con las rosas rojas que iba lanzando al aire y me dijo que le dijera eso a su Mamá y que la amaba mucho y le enviaba muchos besos, después, Mi nena, cogió de la mano a Elena y al hijo de Maica y Elena me cogió de mi mano y fuimos volando por un hermoso valle y aterrizamos en un camino lleno de luz amarilla como la del sol, pero no lastimaba los ojos, y se nos sentamos al frente de la luz, se sentía mucha calma, y vi la figura de la virgen Maria, con un niños en sus brazos, era una virgen con un manto azuloso y me tendió la mano y le pasó un pañuelo a los niños era un pañuelo transparente el cual me lo pasaron a mí y me dijeron que se lo pasara a mi esposa y se lo metiera en el corazón y se lo dejara allí, luego sentí como si estuviera dentro del corazón de mi esposa, sentí mucho dolor, demasiada amargura y me puse a llorar, bueno...después mi niña me dijo, que no me preocupara por el reencuentro y me mostró una casa, la misma casa que siempre me muestra me dijo que allí íbamos a vivir, que esperara mi hora, que mi hora sería primero y que le dijera a la mamá, que no se afanara tampoco que esperara el tiempo de ella también, luego me llevó por un camino, donde había una casa, y allí estaba la mamá, de mi esposa, la abuela de Isabella, y estaba dándole de comer a unos pollos, la abuelita me saludó y me dijo que le dijera a mi esposa, que la nueva niña estaba muy hermosa y que no se preocupara por ella, que Dios la cuidaba mucho y que Él no permitiría que le pasara nada malo, en ese momento la abuela me cogió la mano y me llevó dentro y me enseñó la casa, y me mostró una habitación con varas de pesca en la pared y me dijo esta es la habitación de mi hijo Enrique y me mostró el esposo de ella, que estaba sentado en la casa, luego nos fuimos de allí a una playa hermosa, con un mar azul muy hermoso, y empezamos a caminar cogidos de la mano entre el mar y la arena, y mi nena ya iba vestida de un hermoso traje hawaiano amarillo con una guirnalda amarilla en la cabeza y empezó a bailarme contenta, luego seguimos caminando....bueno amigos luego les cuento más...se me acabo el tiempo....chao estoy feliz......los quiero
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