viernes, 1 de octubre de 2010

Transcripción de El vuelo de la mariposa de Mercedes.

EXPERIENCIA de María
 2ª Experiencia

La  María quería poder hablar con su padre, que falleció cuando ella contaba seis años. Había tenido su primera experiencia de “El vuelo de la mariposa” quince días atrás. Un par de días después, me telefoneó para decirme que tenía dudas respecto de la autenticidad de la experiencia.
Quedamos para unos días más tarde y, esto es lo que ocurrió:

Nos reunimos en mi casa la  María y yo.

Le costó conectar más que la vez anterior. Pero hubo un detalle que me ayudó a entender qué era lo que le sucedía:
Le estaba diciendo que preguntase si había alguien por ahí, cuando ella dice: “¿Qué pasa, que no veo a nadie?”. “¡Con el deseo que tengo de ver a mi padre!”.
Comprendí que estaba con demasiadas expectativas y tuve que relajárselas.

Animador: ¡No!, no. No tiene por qué ser tu padre quien aparezca. Puede aparecer cualquiera.
 María: ¡Ah!
Animador: Yo lo que quiero es que aparezca alguien. Eso me va a indicar que ese es el camino.
 María: Además, es que estoy ardiendo, ¿eh?
—Le digo que vayamos hacia el lago que visitamos antes, para buscar de nuevo a un pez.
Al llegar, ve al pez de nuevo. Se mete en el agua. Coge al pez de nuevo. Le acaricia y le dice que el lugar que en le indicó no había nadie. Que le lleva a otro sitio.
Le agarra de las aletas y, bajo el agua la arrastra. El pez la mira.
Animador: Pregúntale si sabe dónde están los niños.
 María: Oye, ¿dónde están los niños? Venga, llévame. Llévame a donde están los niños jugando, que tiene que haber muchos, muchos niños por aquí.
Animador: ¿Te sigue llevando?
 María: Sí, sí, sí. Y ahora me saca a la superficie y me voy por un camino.
Animador: Bien. Sigue y ve contando.
 María: Allí, al fondo parece que hay unos críos chiquititos jugando. (muy rápido). Dónde vamos “pequeñajos”.
Animador: ¿Estás allí, ya?
 María: ¡Sí!, ahí hay niños, niños chiquinines.
Animador: Pregúntales por Elena.
 María: Oye, ¿conocéis a Elena? Me indican con el dedo hacia un lugar.
Animador: Diles: ¿Me acompañáis? Diles que te lleven.
 María: Venga, llévame, llévame de la manita, ¡anda!. ¡Uy!, ¡Qué frío tengo en este momento!
Animador: ¿Te llevan?
 María: Sí, me llevan con Elena. Y aparece Elena con una túnica muy blanquita, muy blanquita.
Animador: Y, ¿el pelo?
 María: Sí, a media melena.
Animador: Como te he dicho antes ¿no?
 María: Sí. A media melena.

—Cuando comencé con “El vuelo de la mariposa”, se lo hacía a personas que conocían el nombre de mi hija. Al principio no sabía que ella estaba colaborando conmigo, lo fui descubriendo poco a poco. Pero empezaba a aparecer, y al preguntarle su nombre, las personas respondían “Elena”. Pero, dado que sabían su nombre de antemano y, aunque ni yo mismo contaba con que ella apareciese, dudaba de la realidad o no respecto si estaban o no hablando con Elena. Entonces me di  cuenta que coincidían al hablarme de su pelo. ¡Eso no lo podían saber! No podían coincidir en la forma del peinado, a menos que siempre vieran a la misma persona. Elena se presentaba tal como la describe la  María En su caso, debió ser que se lo comentaría el día de la primera experiencia, y al perecer también lo recordamos antes de la de hoy.
Esa pista dejo más tarde de ser segura, porque apareció alguna vez con tirabuzones y algunas otras con el pelo por la espalda. Pero, cuando esta pista dejó de ser fiable, ya no importaba tanto (a pesar de que aún suele aparecer con la media melena en mayor parte de las experiencias), y no importaba ya, tanto, porque ya había comprobado que personas que no sabían ni tan siquiera el nombre de Elena, habían respondido a mis preguntas exactamente con el mismo tono, las mismas formas, incluso los mismos acentos y, desde luego con el mismo nombre.
―Sin embargo, tres meses después de esta experiencia, Elena se presentó ante otra persona con el pelo más largo y dijo: «A ver si así le gusta más a mi padre».
Cuando me quedé solo, miraba su fotografía con media melena y sonriendo le decía que me gustaba de cualquier forma. Y continué diciéndole: Pero, nunca has venido con el pelo cortito como yo te llevo en la medalla.
Esa imagen tiene un fuerte contenido emocional para mí. Esta fotografía se la hizo cuando, tras la primera terapia, el pelo comenzaba a salir. Eso significaba para mí que habíamos vencido a la enfermedad. Desgraciadamente recayó y el pelo volvió a desaparecer de nuevo con la nueva terapia. Así estaba cuando falleció.
Al día siguiente, en otra nueva experiencia, con otra persona, (a la que naturalmente no le dije nada. De hecho no había dado ninguna importancia a esa pequeña conversación entre Elena y yo. En realidad, no creía que ella me estuviera escuchando), Elena vino con el pelo muy cortito y dijo:
Elena: «¡Esto es una señal para mi padre!».
Continuamos:

Animador: Dale un abrazo muy grande.
 María: Un abrazo muy grande mío y también de tu papá y tu mamá.
Animador: Elena, lleva a esta chica con su papá.
 María: ¡Estoy helada! Venga, Elena, llévame con mi papá.
Animador: ¿Qué hace?
 María: Dice, ¡vente!. Y me lleva. Y me lleva... ¿Dónde os habéis metido?, que está todo este... ¿dónde estáis...? ¿¡Qué es eso!?
Animador: ¿Qué es?
 María: ¿Qué es ese sitio?
—Breve silencio.
 María: ¿Una esfera?
—Breve silencio.
 María: Le entiendo; una esfera. Pero, ¿es el cielo?
Elena: ¡Hay muchas en el cielo!
Animador: Te dice eso, ¿no?
 María: ¡Sí! Me está llevando, me está llevando. ¿Sabes dónde está mi papá?
—Breve silencio.
 María: Ahí está mi papá, en un sitio, con un libro en la mano.
Animador: Ya le has visto, ¿no?
 María: ¡Sí!
Animador: ¡Venga!, ya le tienes ahí.
 María (tranquila): Venga papíto. Hola papíto.
Animador: Dile que te ha costado mucho llegar.
 María: Cómo me ha costado llegar a ti, ¡eh! Es que como hace tanto, tanto, tanto..., aunque te percibo muchas veces. Que te vi la otra vez.
Animador: ¿Cómo se llama tu padre?
 María: Justo.
Animador: ¡Justo! ¿me oye?
 María: Sí. Se queda mirándote.
Animador: ¡Justo!; tu hija duda de la realidad de esta situación. ¿Puedes ayudarla para que a ella le sirva de confirmación respecto de la realidad de lo que está viviendo en este momento? ¡Que esto es real! ¿La puedes ayudar? A ver qué puedes hacer. Ingéniate algo, que la sorprenda.
 María: Dice; ella ya sabe que yo estoy siempre con ella.
Animador: Ya. Y en este momento, ¿estás con ella? Yo sé que sí, pero...
Espíritu Justo: Tiene tanto, tanto, tanto deseo que eso es lo que le hace... Tiene que relajarse y desbloquearse.
Animador: Bueno, pero ¡venga! Haz algo, que vosotros tenéis allí un poder impresionante.
 María: Sí, sí. me tienes que ayudar porque yo estoy bloqueada desde los tres años. Que te vi, pero no te despediste de mí. ¿por qué no nos dejaron que nos despidiéramos de ti, papá?
—Le responde
 María: Pero, fue mucho peor. Hubiera preferido verte muerto, aunque era chiquitita.
—Le responde.
 María: Porque habría llorado mucho, y no estaría como estoy. Con todos estos sentimientos, ahí, bloqueados.
—Le responde.
 María: Pues, pensasteis muy mal. ¿Ves? Porque tú sabías que te ibas, y nos lo tenías que haber dicho a nosotros.
—Le responde.
 María: ¡Claro! Fíjate la faena que, sin querer, nos habéis hecho a todos. Pero, bueno, yo te quiero. ¡Ayúdame a desbloquearme!, anda.
—Breve silencio.
 María: ¿No ves?, no puedo ni desbloquearme ahora.
—Largo silencio.
 María (empieza a emocionarse): ¡Abrázame, papíto! (llora) ¡Abrázame, abrázame, abrázame, (entre suspiros) abrázame, quédate conmigo! ¡Quédate conmigo!. Quédate conmigo para siempre.
—Le responde.
 María: Si ya lo estás, pero yo te quiero..., quiero sentirte más, más. Han sido muchos años, papá. ...¡Han sido tantos años...!
Si yo sabía que estabas ahí, pero..., pero yo te quiero a ti. ¿Dónde está mamá? ¿Dónde está mamaíta?
—Breve silencio.
 María: ¿Está en otro sitio?
—Le responde.
 María: Pues, ¡llámala!
Animador: O que te lleve con ella.
 María: ¡Llévame con ella, y con Jesús! Llévame. (en silencio, comienza a respirar profundamente. (rompe a llorar) ¡Papá!
¡Hola, mamaína! ¿Estás bien? ¡Sí!, estás tan guapa como siempre, y tan presumida como siempre. (suspira, varias veces) ¡Venga!, llevarme con Jesús. No con el tío Jesús, con el Sagrado Corazón de Jesús. Llevarme los tres, ¡venga!
—Un corto silencio.
 María: Tiene una mirada muy dulce, muy dulce, muy dulce.
Animador: ¿Estás delante de Él? Pues, ¡abrázale!
 María: Me abraza Él. Es que le tengo tanto respeto...
Animador: Sí, sí. Nada. Ya verás. Dile, ¿me permites que te abrace?
 María: ¿Me dejas que te abrace?
Jesús: ¡Sí!
Animador: Se sonreirá, ¿no?
 María: Se ríe, se ríe.
Animador: Y abre las manos para acogerte.
 María: Sí, Me muestra su corazón.
Animador: ¿No querías ver al Sagrado Corazón?, ¡ahí lo tienes!
 María: Sí, sí. Me muestra su corazón tan bonito. ...¡Esa dulzura, ese mirar!
¡Enséñame a María!
—Breve silencio.
 María: ¡Qué bonita eres! ¡Qué suerte estar ahí! Yo me quiero ir con vosotros. (se ríe) ¡A mí no me importa!, ¡Yo me voy!
Animador: Ya, ves. Diles que yo también.
 María: ¡José Luis dice que él también!
Animador: ¡Ya, ves!
 María: Llévame. Ya no lloro, sí.
Me limpia las lágrimas.
—Silencio.
Animador: Mira las manos de la Virgen.
 María: Salen rayos.
Animador: ¿Sí?
 María: Unos rayos, una luz muy brillante, muy brillante, muy brillante. Va descalza.
Animador: ¡Madre! ¿Puedes ayudar a esta chica para que vea que esto es una realidad? ¿Puedes hacerlo?
 María: Yo sé que es una realidad. No hace falta que...
Animador: ¿En este momento? ¿Lo tienes claro, está claro?
 María: Tengo claro que es una realidad. Es una realidad, pero tengo un bloqueo en los sentimientos. Ayudadme a desbloquear esos sentimientos. ¡Ayudármelos! Mi problema son los sentimientos.
La Virgen: No has sentido nunca. Te has evadido del sufrimiento.
Animador: ¿Te dice?
La Virgen: No has querido, nunca, sufrir.
Animador: Te has puesto una coraza.
 María: Bueno, pues vale. Pues sacarlo como si fuera un sacacorchos y sacarlo, ¡hala!
La Virgen: Poco a poco. Poco a poco irá saliendo todo. Poco a poco, poco a poco.
 María: ¿Me dejas que te abrace?
—Suspira.
 María: ¡Qué bien se está aquí! ¡Abrázame, abrázame! ¡Quiero irme! ¡Quiero estar ahí! ¡Quiero estar contigo! ¡Ya sé que estás en mi corazón, pero yo quiero irme!
—Largo silencio.
 María: ¡Vale! Dice que todavía tengo mucho que hacer aquí. Tienes mucho camino todavía para...
—La interrumpo.
Animador: Dile si lo estás haciendo bien, o regular, o...
 María: ¿Lo estoy haciendo bien?
La Virgen: Hay cosas que sí, pero tú sabes en lo que te equivocas.
 María: Sí, pero ¡me cuesta mucho!
Animador: Pues di que te obliguen, como digo yo: si lago no hago bien, dame dos patadas.
 María: No, yo no digo eso. Dice, ¡pero si tú te das cuenta! Es que me cuesta mucho controlarme. Me dice que sí, pero que cuando pase todo esto, “empezarás una era de paz”, me dice, “y allí estarás mejor” “Estos bloqueos tuyos desaparecerán y tus sentimientos aflorarán” .(en un susurro) ¡Gracias!
Ya me voy otra vez con mis padres.
 María: Bueno, mamá. Tú, como siempre: estás igual.
Animador: ¿Están juntos? ¿No viven juntos?
 María: ¡No! ¡Espérate, espérate!
¿Vivís juntos?
No, dice que no. Que todavía, no. Más adelante, que mamá vendrá, pero que todavía no.
Animador: Es que ella se fue, después, bastante después, ¿no?
 María: Muchos años después.
Dice, todavía no.
Animador: Se está elevando.
 María: Jesús y papá sí. Los dos hermanos están juntos.
Animador: Pregúntales si conocen a tu guía, o te pueden llevar con él.
 María: ¿Me podéis llevar con mi guía?
Le responden: Todavía no, pero ¡siéntelo!
—Empieza a suspirar.
 María: ¡Ah! Me lleno de paz. ¡Ay, qué paz!
Animador: ¡Gracias!, Justo.
 María: Ay papaíto, gracias. ¡Qué paz!
Animador: Eso es un sentimiento que es real. No es imaginación.
—Sigue suspirando entre frase y frase.
 María: ¡Ay!, qué paz. Ay, papá. ¡Ay...!
 María: ¡Qué paz! (susurrando) ¡Papá! (empieza a llorar)
—Largo tiempo llorando.
—De pronto, se serena.
 María: Me está diciendo que es hora de volver. Que poco a poco conectaré mejor, que me costará menos. Que me deja con esta paz. Y con este amor.
Animador: Pégale un abrazo muy grandote.
 María: Venga, papaíto. Abrázame, abrázame. Ha como cuando era pequeña. Allí está mamá. La doy otro abrazo, y a Jesús y aquí está Elenita que me coge de la mano.
Animador: Dile a Elena que Qué opina de su hermano, ahora que está aquí.
 María: Elena, ¿qué opinas de tu hermano?
Espíritu Elena: Que siga ese camino, que es por ahí por donde tiene que ir. Que se una más a su papá. Que se acerque más a su papá.
Animador: Muy bien.
 María: Se sonríe.
Animador: Ella sabe por qué.
—La  María se ríe abiertamente.
Animador: ¿Se ríe?
 María (entre risas): ¡Sí!
Animador: Se ríe más, ¿No?
 María (más risas): ¡Sí!
Animador: Pues no me hace ni caso, ¿sabes?
Espíritu Elena (con tono cantarino): ¡Bueno! Ya le daremos algún empujoncillo.
Animador: Sí, pero muy grande, que si no, no se entera.
Elena: ¡Déjale! Son sus vivencias.
 María: Pero se ríe, se ríe.
Animador: Oye, Elena que mañana vamos a Mallorca y allí tenemos muchas personas esperando. A ver cómo te portas, ¿eh? Ayúdame que tengo mucho que hacer.
Espíritu Elena: Yo como siempre, siempre estoy aquí.
Animador: Vale. Da las gracias a Jesús, al Virgen...
 María: Jesús, que están allí. A Jesús, a la Virgen, a Elenita le doy un par de besos.
Animador: ¡Claro!
 María: A ver; ¿me das un beso? ¿Me das un beso, Elena? Uno en cada carrillo.
Animador: Bien. Elena acompáñala a un sitio desde el que ella pueda volver sin dar tantas vueltas. Porque ¡hasta que hemos llegado...!
 María (riendo): Dice; es que tiene mucha ansiedad.
Animador: Yo tenía que haberme dado cuenta antes.
 María: Venga, ya vamos a bajar, a bajar... ¡Venga!, ya. Ya te dejo Elenita. Un beso, ¡dame un beso! Allí se quedan mis padres, y más arriba está Jesús con la Virgen.
Animador: Te dicen adiós.
 María: Me dicen adiós, sonriendo. Aquí está Elenita. Ya me lleva hasta la escalera, hasta la luz. Y ya voy bajando, voy bajando. Ya voy llegando para acá. Ya estoy aquí
Animador: ¿Aquí mismo?
 María: ¡No! Aquí mismo, no. Estoy arriba todavía.
Animador: Debajo de ti, está la rosa grande.
 María: ¡Sí!
Animador: Está abierta, esperando para acogerte.
 María: Sí, roja. Sí.
Animador: Pues, métete en ella. Deja que sus pétalos te abracen. Esa rosa es el símbolo del amor de Dios en ti. Siente que al abrazarte te protege. ¿Te sientes bien?
 María: ¡Estoy en la gloria!
Animador: Deja que su amor te penetre.
 María: Lo siento. ¡Tengo una paz...!
Animador: Y, ahora sus pétalos te van a ir dejando, porque se va a ir haciendo más pequeñita, hasta meterse de nuevo en tu corazón y transformarse en esa semilla que allí aguarda disponible a volver a germinar, cuando tenga una nueva ocasión. Y eso ocurre cada vez que sientas amor. Ahora la has visto, ahora eres consciente y es real para ti.
Animador: ¿Estás tranquilita?
 María: ¡Uy! ¡Estoy feliz!

No hay comentarios:

Publicar un comentario